El equilibrio entre competencias personales y profesionales, y una actitud
adecuada, es el que permite marcar diferencias entre una marca personal y
otra. Los profesionales que deseen destacar
y convertirse en opciones creíbles y confiables, deberían trabajar ambas
facetas.
Según la Wikipedia, las competencias son las "capacidades de poner en operación los diferentes conocimientos, habilidades, pensamientos, carácter y valores de manera integral en las diferentes interacciones que tienen los seres humanos para la vida en el ámbito personal, social y laboral. Las competencias son los conocimientos, habilidades, y destrezas que desarrolla una persona para comprender, transformar y practicar en el mundo en el que vive". Y son esas competencias las que han permitido tradicionalmente a los profesionales el tomar la delantera a su 'competencia', lo que les permite acceder a las oportunidades profesionales que puedan ir surgiendo.
De hecho, si te fijas bien, el CV tradicional es un
documento que ha sido creado específicamente para que los profesionales pudieran
plasmar sus competencias, de tal manera que los reclutadores tuvieran un
mecanismo ágil y cómodo para seleccionar 'rápidamente' al más adecuado entre
varias opciones. Ahora bien, ¿qué ocurre en períodos de cambio como en los que
nos encontramos, donde la crisis acuciante de empleo provoca que haya una
sobreoferta de candidatos con competencias cada vez más similares?. Pues
que esas competencias tienden a igualar las
propuestas de 'valor' de muchos candidatos, lo que de alguna manera les hace
perder gran parte de su valor (y obviamente de su visibilidad frente a
reclutadores).
Lo que no es tan igual es la actitud. Es
precisamente ésta la que puede marcar una diferencia definitiva que distancie a
unos candidatos frente a otros. Es esa
actitud la que agregar valor a los profesionales. Sin embargo,
obviamente no puede reflejarse en un CV...
Por ello, y es lo que 'predico' a menudo en este
blog, los medios sociales aparecen para darnos una oportunidad adicional
y, sabiéndolo hacer adecuadamente,
posicionarnos con ventaja frente a otros candidatos que pueden tener las mismas
(o mayores) competencias que nosotros. Es en esos medios digitales
donde cualquiera que quiera, puede proyectar virtualmente su 'actitud 2.0',
difundiendo sus competencias y a la vez desarrollándolas.
Porque es necesario encontrar un equilibrio
razonable entre competencias y actitud. Las habilidades son necesarias, pero sin
una actitud correcta pierden validez. De hecho, los reclutadores suelen huir de
personas que no transmiten la suficiente confianza. Y por otra parte, una
correcta actitud sin las suficientes competencias, pueden hacer disminuir las
oportunidades profesionales. Eso sí, personalmente yo prefiero este último caso,
ya que las habilidades siempre pueden
aprenderse y desarrollarse, mientas que la actitud a menudo es innata.
Es más, considero que la
actitud es la clave.
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